ANA MARIA LAJUSTICIA BERGASA, 94 AÑOS, QUÍMICA
BARCELONA, 1 DE NOVIEMBRE DE 2018
Magnesio: es el cuarto mineral más abundante en el cuerpo, por detrás del calcio, el fósforo y el potasio. Se encuentra en huesos, tejidos blandos, músculos y sangre. Participa en unas 4.000 tareas del organismo: reacciones enzimáticas como la síntesis de proteínas, la reproducción, y la regulación de actividad muscular, presión arterial, sistema nervioso central, mantener los niveles de glucosa en sangre, etc. Es un gran protector cerebral, reduce el estrés, la ansiedad y aporta bienestar psicológico.
Ana Maria Lajusticia lo lleva diciendo desde los años 70, porque ella misma experimentó sus beneficios. Química, gran estudiosa, conferenciante, escritora, una mujer activa con una enorme capacidad para enseñarnos un estilo de vida saludable.
Naciste en Bilbao en 1924
Sí, mi padre Jesús Lajusticia Alonso y mi madre Delfina Bergasa Goyenechea. Tuve una infancia feliz, aunque padecí la Guerra Civil Española (1936-1939). A mi padre le destinaron a Tenerife. Allí vivimos 3 años y murió en el 37. Volvimos a la península y en 1940 estudié la Licenciatura de Ciencias Químicas en la Universidad Central de Madrid.
Para una mujer, ¿cómo era estudiar y trabajar en aquella época?
Sabía que, como mujer, me iba a costar encontrar trabajo, así que estudié mucho. Además, estaba interna, ¡era lo único que podía hacer! Sin madre, sin hermanos, sin tele ni radio… Me dedicaba a estudiar. En la Universidad éramos unas cuantas madrileñas y 4 o 5 del Norte, de Bilbao, San Sebastián, Logroño… Acabé en 1947, y colocarme no me costó mucho, la verdad, porque tuve muchas matrículas. Además, mi padre murió muy joven y un gran amigo de la familia, cuando supo que estaba estudiando Químicas, le dijo a mi madre: “Doña Delfina, cuando la Mari acabe la carrera, yo le colocaré”.
Trabajaste en las Minas de Osor, Girona
Sí, fui como Química, Jefa de laboratorio, para hacer ensayos de flotación. Allí conocí a mi marido, nos casamos en Anglès y tuvimos seis hijos. Tras 24 años en el pueblo, nos trasladamos a Barcelona por mis problemas de diabetes. Empecé una buena dieta, y a tomar magnesio. En un librito había leído que iba bien. Dejé de sentirme cansada, desaparecieron las palpitaciones, la taquicardia, los calambres musculares, el dolor de cadera… ¡Me despertaba en forma! A los 3 años, pude quitarme un corsé que llevaba hacía 21 años.
Entonces, estudiaste Bioquímica, la importancia del magnesio en la dieta…
Sabía que el magnesio influía en la formación de proteínas. El cartílago es colágeno, y el colágeno es una proteína. En 1976 fui a un simposio en Canadá, otro en honor de Severo Ochoa… Me dediqué a estudiar el porqué de mi mejora y me convertí en una especie de Apóstol del Magnesio. Tenía médicos en contra, me llamaban indocumentada, irresponsable… Algunos aún me llaman bruja. Ahora, por fin, se empieza a reconocer.
Cuesta reconocerlo
En mi libro El Magnesio en el deporte lo explico. Cómo funcionan los músculos, cómo se obtiene la energía, cómo interviene en el trabajo mental… Cuando practicas una actividad física intensa, tu cabeza debe pensar con serenidad, y ahí es vital la formación de proteínas.
Mantener los niveles de magnesio en el deporte ayuda…
En la relajación de los músculos del aparato locomotor, las arterias y el músculo del corazón. Una falta de magnesio produce calambres, contracturas, incluso en las arterias y el corazón causando fibrilación, arritmias, taquicardias, extrasístoles.
En tu libro hablas de la muerte súbita
Es una cara de la moneda. La otra es: ¿Quién gana las carreras de fondo y medio fondo? Los keniatas de la etnia Kalenjin y los etíopes, que viven en el Gran Valle del Rift, donde fundamentalmente se alimentan de semillas riquísimas en magnesio.
Una fractura geológica de 5.000 kilómetros de extensión
La grieta del Rift se está abriendo con volcanes que, hace 65 millones de años, vomitan cenizas. Estas forman los suelos más ricos del mundo en magnesio, junto con algunos de Japón (el país con más centenarios del mundo) y los Andes. Los etíopes y los keniatas viven y se alimentan de estos suelos ricos en ferromagnesianos (olivino, piroxenos y anfíboles).
La dieta occidental tiene un déficit de este mineral. ¿Cómo saber si tenemos falta de magnesio?
Si tienes estos síntomas: contracturas, calambres (por ejemplo, el dedo gordo del pie se tensa o se te sube la bola), temblor en el párpado, hormigueo alrededor de la boca, bostezas mucho, hipo frecuente, al dormir parece que caes y das una patada, te despiertas cansado/a, tienes arritmias, taquicardias y extrasístoles, palpitaciones o ese pinchacito en la región precordial que tanto asusta, cerca del corazón. En casos más severos, se trata de síncopes similares a episodios de epilepsia.
¿Fármacos o magnesio?
Se confirma que el 90% de la población tiene deficiencia de magnesio, del cual un 10% es severa. En casos como la artrosis, lo habitual es dar medicación, infiltraciones y operación. Los laboratorios farmacéuticos crean así una dependencia de los fármacos. La ingesta de magnesio es un tratamiento demasiado barato, no interesa, mejor no divulgarlo.
Dinos algunos alimentos ricos en magnesio
Sin duda, el cacao. Cuando hay una verdadera adición, en un 99,9% es por falta de magnesio. Hay que consumirlo con moderación porque tiene manteca de cacao, una grasa saturada. Mejor que sea cacao desgrasado en polvo, para tomar con leche, etc. También las semillas: legumbres y frutos secos. Las más ricas son la soja y las almendras. Les siguen las habas, judías, lentejas, garbanzos, cacahuetes, nueces, avellanas…
El cacao da felicidad por su aporte de serotonina, además de magnesio: hasta 420 mg/100 g. Soja y judía blanca: 250 y 130 mg/100 g, respectivamente. Almendra: 254 mg/100 g
¿Y para la memoria?
¡Importantísimo! El magnesio interviene en la formación de neuropéptidos relacionados con el aprendizaje y la memoria. Un péptido es una proteína de cadena corta y el magnesio interviene en cinco pasos de su formación. El magnesio es fundamental para el trabajo mental.
Artículo: Beneficios del magnesio para deportistas.